A ti, que me lees:
Cuando me juzgues, que lo harás, piensa que no me arrepiento de nada; solo con el me sentí ese animal salvaje y libre, que en fondo todos anhelamos ser en algún momento.
Era el primer día de mis merecidas vacaciones, este año tocaba en familia, cheking, calor, agobio y por fin la habitación...había elegido la primera de las tres que íbamos a ocupar, la última del pasillo y los vi girar la esquina cada uno a la suya.
Nosotros entramos y mientras mi marido se tiraba en la cama yo salí al balcón...
Justo, pero suficiente, tres pisos por debajo el enorme jardín y al fondo la piscina...contemplaba las vistas del complejo, cuando note algo a mi izquierda en el balcón de al lado.
Solo un cristal opaco abajo y unos barrotes arriba separaban los balcones y en el otro había un hombre...
Días después tendría que admitir que no fue su bonita sonrisa casi de disculpa, ni su boca de labios generosos, ni su físico, fue la oscuridad en sus ojos cuando me miraba lo que me hizo suya, desde ese mismo instante.
Volvamos a ese breve momento en el que tras un saludo cordial me metí dentro como si me hubiera quedado.
Coloque las cosas con un cosquilleo inusual que olvide con el paso de la tarde, hasta que saliendo de la piscina busqué con la mirada la habitación y allí estaba, solo podía verle de cintura para arriba, apoyado, mirando igual que antes, de repente me sentí desnuda y aún así aparté la toalla y me estiré en la tumbona, notando como su mirada se paseaba por mi cuerpo, esta vez la sonrisa que me dedico no era tan amable y un escalofrío recorrió mi espalda...
Esa noche le busqué en la cena y le vi charlando en una mesa grande con los suyos.
Eran más de las dos de la madrugada cuando me levanté, busqué a tientas un cigarro y salí al balcón a fumar, aprovechando que el otro dormia a pierna suelta.
- no puedes dormir
(Casi se me cae la botellita con agua donde tiraba la ceniza, al escucharle)
-no, el sueño se resiste
(Me costó no tartamudear)
Nos quedamos en silencio mirando al vacío, hasta que él se dio la vuelta y apoyado en la barandilla me miraba ya sin disimulo
- si te dijera lo que pienso cuando te miro, entrarías a intentar dormir o serías valiente y te quedarías a escuchar, lo que pienso desde que te vi y algo me impulsó a pedir la habitación junto a la tuya?
- no tengo sueño
( le dije aguantando la mirada desafiante)
- solo pienso en recorrer tu cuerpo, en todas direcciones y de todas maneras inimaginables, esa es la cruda realidad
( dijo susurrando con voz profunda)
No dije nada, solo me vi desde afuera, más que suspirando, soltando el aire que sin saber había retenido.
- me dejas hacerlo?
No sonó a pregunta y no me moví cuando paso su mano por los barrotes y con dos dedos recorrió mis labios.
- eres la golfilla que yo veo? Abre!
Eso sonó tan a orden, que todo mi cuerpo se tensó, como las cuerdas de una guitarra, lista para ser tocada y entre abrí los labios, jugó con ellos, tiró y metió un dedo en mi boca
- mojaló
De nuevo ese tono imperativo y mi lengua y labios tenían vida propia...
No dejó de mirarme, mientras lamia sus dedos
- buena chica
Abandono mi boca, para bajar por mi cuello y colarse por el escote de mi camiseta
- sabía que estarían duros
Acarició mi pezón, pellizcandolo hasta dejar de ser suave, tironeando, de un pezón a otro, mientras yo intentaba contener mis quejios, de placer, de dolor? Que más daba mientras no parara
Flotaba en una nube, cuando él pegándose bien a los barrotes bajo su mano, y se coló dentro de mi pantalon por el elástico.
-abrelas
Se refería a mis piernas, pensé obedeciendo de nuevo, para que dos de sus dedos ahora chapotearan en mi sexo, porque eso hacía, así me ponía. Me aferré a la barandilla, y se me pusieron los nudillos blancos, cuando un dedo, dos...
Apenas podia contener los gemidos, y me corrí moriéndome el labio para no chillar
-así, buena chica
Y no paro hasta conseguir el segundo orgasmo, tras el que sacó los dedos de mi y los llevo a su boca, antes de meter su mano, dentro de su holgado pantalón de pijama para sacarse la polla.
- mira como me pones zorra
Dura y mojada, era... necesitaba tocarla y lo hice, la agarré fuerte y empecé a menearsela.
- dale duro
Y de nuevo obedecí hasta notar el calor de su corrida en mi mano
- hazlo
Llevé mi mano a mis labios, y saqué la lengua para lamerle, de mi mano
Ya de nuevo en mi cama, sin despedidas despues de la huida; supe que tras probarle ya nada volvería a saberme igual...
Continuará...