Ver el frío de mi sombra,
cerrar los ojos
y dejar que el viento me despeine,
mientras estalla mi memoria
y me lleno de recuerdos
Ver el frío de mi sombra,
cerrar los ojos
y dejar que el viento me despeine,
mientras estalla mi memoria
y me lleno de recuerdos
He gritado en silencio tantas veces tu nombre,
tantas como he perseguido tu luz,
entre la oscuridad de esta soledad sin ti...
Te he necesitado tantas veces...
cuando te buscaba en las costuras de mi cama amor
Y no me digas que en tu proceso has olvidado nuestras “peleas” de sofá, yo hoy las recuerdo relamiéndome. Una especialmente; aquel día en que volviste del trabajo, como siempre pulcramente vestido con tu traje y tu corbata, con el que habías salido y yo tirara en el sofá, viendo alguna serie chorra de netfix. Me saludaste con los ojos y te sentaste a mis pies, con el teléfono perpetuo en tu oído, discutiendo con alguien algo de trabajo aun.
Yo te hice carantoñas con mis pies, y tú los apartabas con deportividad, hasta que empezaron a jugar con tus partes más sensibles, yo fingí seguir viendo tele, tú fingías seguir discutiendo, pero tu sexo, no fingía y mi pie lo sentía endurecerse a cada roce.
Tus manos terminaron recorriendo mis piernas desnudas y entonces el juego cambio, ahora me tocaba jugar a hacerme la estrecha, pero sabía que había abierto la caja de los truenos y eso empapaba mis braguitas.
Sin colgar el teléfono aun, cogiste el mando de la mesa baja, y cambiaste de canal, justo cuando colgabas el móvil, tras un gruñido me lancé a por el mando, fingiendo un cabreo que no sentía. Habías captado mi atención, ninguna serie del mundo valía la pena, cuando tu polla estaba dura, y ya lo estaba.
Pero seguía el juego en el sofá y me tocaba mover ficha, me tocaba saltar a tu regazo e intentar hacerme con el mando, con el poder, pero tú con el brazo estirado sonreías maliciosamente, mientras yo pensaba que deberías estar prohibido, esa sonrisa era tan sexual, tan excitante...
Te supiste vencedor al instante en que dejaste caer el mando sobre la alfombra he inmovilizaste mis manos en mi espalda, mientras yo me retorcía a horcajadas sobre ti, fingiendo querer robarlo...mentira, me movía ya para sentir tu bulto, tu polla a través de las telas que separaban nuestros sexos.
Era el momento y lo sabias, de añadir un nuevo miembro a ese juego, elegiste tu lengua y la acción... pasarla por mis labios, lamerlos impúdicamente, ensalivando mi boca...mientras yo no retenía un gemido que te indicaba lo cachonda que me estabas poniendo, sonreíste de nuevo, mientras los pelos de tu barba irritaban mi piel y sin dejar de mirarme, ni soltar mis manos en mi espalda, tu otra mano desabrochó con prisas tu corbata.
—Estate quieta golfa, ¿creías que tenías alguna posibilidad de hacerte con el mando, con el control? –dijiste atando con tu corbata mis muñecas, sumisas ya.
Con la misma rapidez desbrochaste tu pantalón y dejaste que tu polla dura quedara entre ambos, solo te faltaba apartar mi braga como hiciste y moviéndome ligeramente, me clavaste en ese mástil enhiesto. Los dos gemimos, los dos suspiramos, los dos buscamos el máximo y mejor acople de nuestros cuerpos.
—Joder nena, como necesitaba estar dentro de ti, llevo todo el día pensando en tu coño
—Y yo una vida pensando en tu polla, cabrón.
Volviste a sonreír mientras subías mi camiseta y descubrías mis pechos, para lanzarte a devorarlos, empezando con deleite y terminando mordiendo con hambre, clavando tus dientes en mi piel caliente... la camiseta se quedó atascada en mis manos atadas, haciéndome cosquillas con el vaivén de mis caderas, pero ambos y estábamos más que perdidos en ese acople y nuestros cuerpos pedían un poco más en cada movimiento. Tus grandes manos iban de mi culo, apretándolo, pellizcándolo un con la braguita puesta, mis muslos...acariciando mi piel caliente, arañándola, pidiéndome más con tus ojos, mientras tu polla se movía en mi interior.
No me digas cielo, que no recuerdas arder dentro de mí, porque yo recuerdo cada instante en los que ardimos juntos, con la urgencia de saciarnos, con el hambre en la boca, en nuestros sexos...
Mi coño se aferraba a tu polla, mientras mi mirada buscaba tus ojos y me perdía en ese fuego, me perdía en tu boca cuando reclamabas la mía, cuando tu lengua tomaba posesión de mi boca y te hacías dueño y señor de mi ser, poseyéndome a dos bandas, mientras tu polla taladraba mi coño, tu lengua mi boca y tus manos recorrían mi piel sin piedad.
—No pares preciosa, no dejes de moverte así, no dejes de aferrarla... ¿Sabes lo que haces conmigo cuando tu cuerpo me absorbe así? –decías entre jadeos siempre
Y seguimos follándonos cadenciosamente, te encantaba mirar mis ojos mientras me corría y a mi tu cara de satisfacción cuando lo hacía, notando a cada orgasmo mío crecer más tus ganas, tu necesidad de acompañarme y aun si tu férreo control te mantenía firme regalándome el placer que sacudía mi cuerpo sobre el tuyo.
—Pero que puta eres mi vida –dijiste con voz sexi tras mi segundo orgasmo apartándome, subiéndome...dejándome vacía sin tu polla.
Mientras aun sentía las cosquillas del orgasmo miraba embelesada tu polla mientras te desnudabas con prisas, luego volviendo al sofá me ponías en pie para bajar mis bragas y dejarme desnuda.
—Suéltame –pedí y negaste con la cabeza llevándome a la puerta del salón
Hiciste una bola en el extremo de tu corbata, levántate mis manos por encima de mi cabeza y dejante toda la pelota fuera, pillaste la corbata con la puerta. Dejándome inmóvil pegada a la puerta.
Uff mi coñito se encharco aún más y tú te acuclillaste sabiéndolo, separaste mis piernas poniéndome como una cruz, abriste con dos dedos y note tu lengua repasar mi rajita, una dos...y volví gritar empapando tu barba con mis jugos mientras tu lengua se encarga de lamerlo todo.
—Como me tienes –dijiste subiendo por mi cuerpo a base de lengüetazos
Ya de pie me diste la vuelta bruscamente, menos mal que tenía juntas las muñecas y no fue problema, separaste más mis piernas, agarraste mis caderas y tiraste. Una sola vez tus dedos recorrieron mi encharcado coño, una sola vez tu dedo llevo esos juguitos a mi entrada trasera y luego tu polla, se hizo cargo de abrirse camino, para terminar follándome como a ambos nos gustaba, sin control. Y sin ese control volvimos a esa escalera en la que uno subía, la otra bajaba y nos encontrábamos en algún punto, para matarnos de placer hasta estallar, sin importa nada que no fuera el orgasmo, el calor de tu semen llenando mis entrañas... nuestros jadeos, el olor a sexo, tu piel sudada pegada a mi piel...
Dios mi amor ¿No me digas que olvidaste esos momentos en los que juntos nos olvidamos del mundo?
Somos restos de una bonita historia,
pedacitos de un pasado, estribillos de una canción
que sonó en la noche, despertando madrugadas...
Hoy soy tu eco
mecido por el viento de este frío invierno, que susurra ausencias disfrazadas de demasiado sin contigo.
Suena el despertador, y en lo primero que pienso es en que no debí acostarme tan tarde, apenas hace tres horas que estoy en la cama y ya tengo que levantarme, doy una vuelta perezosa e incluso me planteo volver a cerrar los ojos y dormirme de nuevo, pero sé que no puedo. He quedado para desayunar con unas amigas y si me duermo no llegaré.
Recorro el pasillo, semidormida aun, y voy directa al baño con el móvil en la mano, lo miro mientras hago pis, que no sé porque de esa costumbre, como si alguien entre esas tres horas fuera a dejar algún mensaje o algo, si solo yo, estoy despierta a esas horas, pienso sonriendo.
Vuelvo a mi habitación y empiezo con mi rutina diaria, me pongo el sujetador, unos vaqueros cortos y mientras elijo camiseta, suena un mensaje en mi móvil, dejo lo que estoy haciendo, sé que son sus buenos días y compruebo con una sonrisa que estoy en lo cierto, tras una carita besucona, sus buenos días como cada día y a continuación mi respuesta. Ya dejo lo que estaba haciendo y durante más de media hora intercambios mensajes de id y vuelta.
—Voy a ver si desayuno -me dice
—Y yo aún tengo que terminar de vestirme, que me esperan... –nos despedimos como siempre sin prisas, con más de diez mensajes tontos más.
Hace meses que nos conocemos, aunque a mí me parecen años, pienso con una sonrisa mientras me termino de vestir y salgo deprisa por la puerta, como siempre me va a tocar correr, ya me he enredado con los mensajitos y llego tardísimo.
—Siempre llegas tarde Elena, ¿Que te ha pasado hoy? –dice una de mis amigas
—Calla que me muero de calor, vengo como un moto, al final siempre me enredo –le digo sentándome en la cafetería del centro comercial dispuesta a soltarles una excusa...
Al momento se les olvida el cabreo por mí siempre tardanza, y empezamos a charlar mientras traen el desayuno, y mientras desayunamos suena un nuevo mensaje, y maldigo no haber recordado ponerlo en vibración, no puedo evitar la curiosidad de leerlo a pesar de saber que van a estar pendientes, sé que es el.
— ¿Ya has desayunado? –pregunta
—Estoy en ello –contesto y disimuladamente le mando una foto de mi café a medias
—Que buena pinta, mándame tu ubicación y voy a desayunar contigo. –me dice
Con una sonrisa le mando ubicación a sabiendas que estamos como siempre de cachondeo, estamos a miles de kilómetros, aun así sigo la broma poniéndole un “no tardes que se enfría”
—Si se me enfría ¿No me lo calentarías? –me pone el siguiente de sus mensajes
—No empieces a tocarme las palmas que no estoy sola y estoy en público
—Pero que sosa se ha levantado hoy mi putita –me manda y me hace sonreír de nuevo.
—Que cabrón eres, poniéndome los dientes largos cuando sabes que no puedo –su respuesta fueron más caritas guiñándome un ojo, sacándome la lengua y demásNo se de él en la siguiente hora que paso charlando con mis amigas, y ya cuando estábamos a punto de irnos vibra un nuevo mensaje
—¿tu sujetador debe ser diminuto par que no se te vea por el escotazo de esa camiseta granate no? –releo nerviosa el mensaje convenciéndome de que esa mañana no le había mandado ninguna foto.
Luego como una tonta, me miro el escote y compruebo el color del que ya sé que es mi camiseta, y finalmente levanté la mirar para buscarle.
Joder está allí en la barra, sonriéndome, sentado en un taburete, con una bolsa de deporte a sus pies y un café frente a él.
Con dedos temblorosos escribo:
— ¿Qué haces aquí?
—Hola putita, pareces nerviosa, ¿No te alegras de verme? –veo que escribe en su móvil
—Sabes que si
Y miro la pantalla, obligándome a no mirarle a él, viendo en esta “escribiendo” y al momento recibo un mensaje, es un reenvió de uno que le envié yo la noche antes “tres días solita, ojala pudieras venir a follarme y luego irte” y bajo mi mensaje pone:
—Y me he dicho, porque no darle el gusto a mi putita, pero si te has levantado sosita, podemos tomarnos solo ese café al que también me has invitado esta mañana, aquí o donde quieras cielo, no te preocupes, solo quería sorprenderte y ver a mi querida amiga.
Pero yo ya no pienso con claridad, él está a unos pasos y mis bragas se mojan ante la idea de tenerle cerca, por todas las veces que hemos fantaseado con eso.
—Estás loco, completamente loco –le escribo y le miro, con una sonrisa cómplice en los labios
—Por follarte putita, solo he venido a eso. ¿No te alegras?
—Mucho –le contesto en negrita y mayúsculas
—Entonces sigue con tus compromisos, y líbrate en cuanto puedas para que pueda hacer lo que he venido a hacer. Yo estaré vigilándote de cerca.
Unos minutos después me acerco a la barra, justo a su lado con la excusa de coger unas servilletas antes de irnos.
—Hola, estas preciosa y hueles de fábula... me muero por tocarte. –joder su voz, su mirada lasciva, y mis amigas sentadas a unos pasos...mis bragas chorrean.
—Vas a volverme loca
—Eso espero, porque no voy a parar hasta oírte gritar mi nombre mil veces en estos tres días putita mía.
Salimos de la cafería y andamos por el centro comercial al aire libre, puedo sentirle cerca, camuflado ente la gente, pero detrás nuestra. Entramos en una tienda y cada una se pierde entre los expositores llenos de ropas.
— ¿Que vas comprarte? –pregunta a mi lado Kiko
—No pensaba nadaboca, temblando en su mano, no es el primer orgasmo que me provoca, pero si el primero estando cerca,
Cuando mi cuerpo deja de temblar, sus manos aferran mis caderas, las mías sabiendo lo que viene, liberan su erección y su polla se cuela entre mis piernas, noto su calor entre la humedad de mis muslos, la sube con la ayuda de su mano entre estos, roza con el glande mis pliegues húmedos, flexiona las rodillas, apoya, vuelve a mis caderas... y por fin, Kiko me penetra.
Su polla gana centímetro a centímetro, entra forzada, no es la mejor de las posturas para sentirla bien adentro, pero está ahí. Kiko, su polla, por fin me folla. Los dos respiramos con dificultad, sus dedos se clavan en mi carne, entra despacio hasta más de la mitad y un último golpe de caderas lo mandan al fondo, y me empotra casi contra la puerta.
Kiko, mi amigo del alma, el que escucha, el que bromea, el que me regaña, el que lleva meses ahí, está ahora dentro, follándome. Ahora Kiko, no es mi amigo, ahora es mi macho, es mi amante, tengo dos días de este Kiko, antes de que se vaya, antes de que vuelva irremediablemente el otro, que es el que tengo y tendré, al que adoro. Pero ahora esta esté y sus caderas ahora se mueven a un ritmo endiablado, sus dedos buscan de nuevo entre los pliegues de mi vulva, su respiración se acelera, me folla con ganas, tengo que apoyar mis manos para que no oigan el golpeteo de nuestros cuerpos contra la puerta, porque mi Kiko controlado, ha perdido el control, me folla sin el y va llevarme a un nuevo orgasmo. Que no tarda en recorrer mi cuerpo, mi columna.
—Si putita mía...joder, que rico...si córrete en mi polla, con mi polla...uff apenas puedo controlarlo...si nena sigue...
Y apenas he terminado, cuando sus palabras sus dedos, sus mordisquitos...”su” todo, vuelven a rescatar el placer y tiemblo de nuevo de nuevo.
Él está al borde, noto como tiembla y dejo que salga, me arrodillo frente a él, cojo su polla entre mis manos, giro ligeramente la cabeza mientras me deshago del calzoncillo que un llevaba a medio muslo, y tras dar un lamida a sus pelotas le digo:
—Ya habrá tiempo de mamadas, ahora ya sabes donde la quiero Kiko...córrete en mi cara
Jadea, es nuestra frase fetiche, vuelvo a lamer sus pelotas, tallo su polla, se apoya en la pared, y el primer chorro de semen se estrella en mis labios entreabiertos, abro más, un segundo cae en mi boca, mientras apunto, el tercero y cuarto en mis mejillas, y termino relamiendo la puntita, mientras sigue jadeando y temblando, gime y me mira extasiado.
—Eres la hostia Elena, no voy a sobrevivir a estos dos días
—Tu más, y si lo harás porque tienes que seguir siendo mi amigo.
es una playa solitaria,
que cabe en un silencio
y mil ausencias,
Donde cada ola
marca el tiempo sin eco ya,
que emerge del abismo
que es este deseo
Hoy como siempre he despertado recordándote, añorándote, sintiéndote en cada rincón de mí ser. Necesitando las caricias de tus manos, de tus labios...anhelando sentir la tú saliva empapando mi piel, mientras tu piel se funde con la mía.
A veces hasta duele desearte, duele el calor y la necesidad que recorre mi cuerpo, que se acumula entre mis piernas haciéndose insoportable, hasta el punto en el que mi mano, mis dedos, tras deslizarse por mi piel enfebrecida terminan entre mis muslos, dispuesta a aliviar el ardor que provocas en mí cuando te pienso.
Y mientras mis dedos recorren mi pubis, se cuelan entre los pliegues calientes de mi carne anhelante, pienso en ti, en las ganas de tenerte, en la ambición de que me ames...
Mis dedos recorren mi rajita ya más que dispuesta, mientras sueño boca abajo en mi cama que estas en ella, que estoy retorciéndome sobre tu cuerpo cuan serpiente trepando por tu piel sudada, sueño que mi lengua lame esa humedad que desprendes mientras tus manos acarician mi culo, instándolo a seguir meneándose, mientras abajo, tu erección no para de crecer, de endurecerse al contacto con mi sexo.
Mis dedos juguetean hábiles, porque conocen el espacio a tratar, porque conocen mis anhelos, porque saben que deseo, porque ellos saben cómo lo harías tú si estuvieras conmigo.
Entonces sueño porque no, que deslizo mis rodillas por tus caderas y las apoyo en el colchón abriéndome, dejando que tu polla dura encuentre el camino, mientras te doy el último lametón, mientras mi lengua trepa tus tetillas y tú suspiras, antes de pedirme con voz ronca:
—Clávatela putita, fóllate mi pollaY como soy tu puta, tu amante, tu hembra...enteramente tuya...meneo ligeramente las caderas y, tu miembro encuentra el camino, tus caderas se elevan, mi cuerpo baja y, poco a poco sin prisas nos acoplamos, mientras mis manos apoyadas en tu pecho, son mi sustento, tus ojos mis ganas, tu polla mi locura...
—Si mi niña, muévete –pides aferrado a mis caderas
Fuera de mi habitación llueve, pero en mi cama se desata la tormenta, porque siempre es así mi amor, siempre que te pienso mi cuerpo arde, mi mente vuela, y el deseo es insoportable...
Me gusta arder en esa hoguera que provocas, que siempre has provocado desde el primer día, tu voz, tus labios, tu mirada...me inclino para saborear esos labios y noto tu barba en mi cara, veo tus ojos, tu mirada encendida cuando mi coño aprieta tu polla...y sé que quieres más, por eso subo las rodillas y donde estas se apoyaron, ahora apoyo los pies planos y dejo tu pecho para asirme al cabecero, mientras tu miras mis tetas encendido, me clavo con fuerza en tu mástil, cabalgo con ganas mi mejor montura, mientras tus jadeos y los míos llenan la habitación.
Te follo con fuerza, con ganas mientras tus manos amasan mis pechos bamboleantes y tus dedos terminan pellizcando y retorciendo mis pezones.
—vamos nena, llévanos donde tú sabes...
Y te llevaría donde pidieras, porque estoy dispuesta a dártelo todo, porque siempre lo estuve incluso cuando no pedias nada...no dejo de subir y bajar golpeando nuestros cuerpos mientras tu acentúas cada golpe subiendo las caderas mi ritmo y cuando lo hacemos me restriego con tu pubis, me balanceo, me froto obscenamente contigo, mirándote, buscando la cima...—Voy a correrme –te digo entre dientes, temblando
—Hazlo putita, córrete para mí y juro llenar tu coñito de semen
No necesito más, sabes que soy adicta a el tanto como a ti, mi cuerpo tiembla, subes las caderas, yo bajo las mías, nos encontramos salvajemente y mi cuerpo estalla. Mientras tiemblo tus manos en mis tetas me sustentan, pero terminan en pocos segundos en mis caderas con los últimos coletazos de mi orgasmo y es entonces cuando aúllas, cuando el calor del tuyo llena mi vientre, cuando veo el placer en tu mirada y sigo frotando mi coño en tu pubis y tú sigues gimiendo, sigues vaciándote...
—Me corro, me corro –vuelvo a gemir sin fuerzas, sorprendida de nuevo por el placer
Tus dedos dejan de aferrar mis caderas y tus manos me tumban sobre tu pecho, oigo tu corazón al galope, siento de nuevo la humedad de tu piel caliente mientras tu polla sale de mi cuerpo, tu esencia resbala entre ambos.
No me movería de tu pecho, pero necesito saborearnos y además sé que te encanta, por lo que vuelvo a deslizarme por tu cuerpo y termino entre tus piernas, mientras tú apoyado en tus codos miras vicioso como mi lengua limpia cualquier resto de tu polla con afán.
—Sabes que me encanta que seas una golfita tan limpita ¿verdad? –dices con una sonrisa sexi y malvada
Cuando me coloco a tu lado para lamer bien tus huevos, tiras de mí y terminas colocándome sobre ti, al revés, mi coño sobre tu cara y al momento noto tu barba en mi sexo, tu lengua entre los pliegues de mi sexo...y vuelvo a perder la cabeza amor, vuelves a encender la hoguera que jamás termina de apagarse en tu presencia.
Apenas puedo aferrarme a tu sexo, le doy pequeñas lamiditas, jadeo y suspiro sobre el mientras comes mi coño con maestría, me enloquece saber que lames tu semen de el, que disfrutas del sabor de nuestros orgasmos, y poco a poco vuelves a colocarme al borde del abismo.
Tu polla llena mi boca, mientras me corro de nuevo y tú subes de nuevo las caderas hasta llegar a mi garganta mientras tiemblo, lamiéndome sin parar...
Apenas te cuesta hacerme a un lado, tras dos orgasmos con tu boca, me colocas boca abajo en la cama y a pesar de no poder con mi cuerpo se lo que quieres y, un escalofrío de placer recorre mi columna, mientras tomas posiciones bajando de la cama, yo subo solo el culito, tu aferras mis caderas soltando esa risa ronca tan sexi que tienes, tu polla se clava de un sola estocada en mi vagina, lloriqueo de placer mientras me follas a romper unos minutos. Disfruto como una loca a sabiendas que mi coño no es tu objetivo, como así descubro cuando apoyas el glande en mi ano, te gusta así, sin preámbulos, quieres que te sienta y sé que no vas a tener prisas, pero solo quieres ahí tu polla.
Ayudado con dos dedos haces fuerza y tu capullo entra a regañadientes, un poco más, gruñimos los y los dos nos encanta ese parte en la que cuesta, en la que mi cuerpo se adapta a ti.
Finalmente vences la primera barrera con esfuerzo, y me das una fuerte palmada en el trasero, dura. El calor de la palma me abrasa, pero al momento esa misma mano, me acaricia mitigando el dolor de ese azote, pero esperando el siguiente que no tarda, más fuerte, más contundente y en el mismo sitio. Mis ojos se llenan de lágrimas, tu polla entra un poco más haciendo que mi culo también arda, mientras ahora tocan caricias, paras de penetrarme y vuelves a azotar mi culo, solo cuando acaricias dilatas mi ano con tu polla, es una mezcla de sensaciones que me llevan al nirvana. Hasta que estas todo dentro, y tus huevos golpean mi cuerpo, entonces paras e inclinándote pegas tu pecho a mi espalda, aferras mis tetas colgando y las caricias, las aprietas...las retuerces y empujas más tu rabo en mi interior, tiras de mis pezones y empujas más, te mueves, me abres, tiras, retuerces...ufff me vuelves loca.Pero sonrío entre el dolor que me provocas porque tu respiración entrecortada me indica que el camino no es gratis para ti, estas cachondo, muy excitado, apenas te mueves en mi culo porque estas a punto de correrte, porque te pone a mil castigarme y cuando más me castigas más te excita, y mi sumisión hace que te sea insoportable reprimirte...
Aprieto tu polla y tiras más fuerte castigándome por ello, azotas mis muslo por fuera, me coges por las caderas y me la clavas con fuerza. Sé que no puedes más y meto mi mano entre mis piernas.
—no pares, no dejes de follarme, voy a correrme, por favor, por favor –suplico a sabiendas que estas al limite
Tus dedos se clavan en mi carne, tu polla entra y sale a matar sin importarle morir en el intento, gemimos, aullamos...y eres el primero, el semen quema en mis entrañas mientras mi cuerpo convulsiona con mi último y maravilloso orgasmo.
Saco mis dedos de mi sexo empapado... de mis bragas mojadas y te pienso amor, como te extraño, como quisiera que estuvieras aquí, conmigo...
No necesito los ojos
para ver tu alma,
que acaricies mi piel para sentirte,
ni siquiera necesito
que me cuentes tus sueños al oido, porque un día fuimos infinitos
y soñamos juntos
sin dormir en la misma cama.
Andar sin rumbo
Por no poder seguir tus pasos
Anclar en puerto,
Sin opción a querer quedarse,
Inventarte en mil lugares,
O simplemente,
Nadar en la desesperanza
de amar(te) sin tenerte y
de rozar(te) el alma
en cada
amanecer
No hay distancia que apague la luz de los sueños,
Ni kilómetros que empeñezcan el amor,
No se está nunca lejos cuando estás dentro
Lo primero que veo es tu sonrisa, esa que el destino me niega a diario y sonrió dejando resbalar mi mirada por tu cuerpo desnudo, mientras hago lo propio y con prisas, desnudarme; a sabiendas que en esta, nuestra cita, las ropas no están invitadas.
Lentamente disfrutando de tu mirada caliente, saco la blusa de mi falda, y empiezo a desabrocharla, mientras tu cruzas los brazos, y los colocas bajo tu nuca, y tu sonrisa se agranda, sube a tus ojos y los oscurece cuando aparece mi pequeño sujetador de encaje, ese que elegido con mimo, para excitarte, el que apenas contiene mis pechos. Sé que puedes ver mis pezones, a través del fino y transparente encaje, y tu mirada encendida los endurece, haciendo visible el relieve en la tela.
Turno para mi falda, que en unos segundos cae, cubriendo mis pies, mientras tus ojos siguen su descenso por mis caderas, y cuando me libero de ella, miras mis pies y mis uñas cuidosamente pintadas de rojo, como a ti te gusta.
Llevo mis manos a mi espalda, y desbrocho el sujetador, mientras doy unos pasos hacia la cama, recorriendo cada uno de esos centímetros que me separan de ti, y que odio por ello. Esos centímetros van despareciendo, al mismo tiempo que lo hace mi sujetador.
Tú dejas escapar el aire que retienes en los pulmones, sin apartar la vista, sin decir nada, porque en esta cita sobran las palabras.
Me arrodillo a tu lado en la cama y subes la mano, con la que acaricias mi pelo, lo escondes tras mi oreja antes de acariciar mi mejilla...cierro los ojos para sentirte, disfrutando del tacto de las yemas de tus dedos...sintiendo como ahora recorren mis labios, la línea donde ambos se juntan, y haces que los entreabra, para colarte dentro, para que mi lengua los chupe, mis labios los succionen y tu jadeas...
Con esos dedos empapados, sigues por mi cuello, por mi escote y llegas a mis pechos, te miro y se escapa un jadeo cuando pasas de recorrer los laterales para atrapar mis pezones, y friccionarlos, para endurecerlos más. Arqueo la espalda, entregándome a tus dedos, tu mano...a ti.
—Hola, princesa. Te he echado de menos
—Siento haber tardado, hace mucho que esperas
—Un ratito...
—Lo siento
—No lo sientas, llevo más de cincuenta años esperándote, este ratito se me ha hecho corto.
Y mientras pienso, que siempre pareces saber lo que quiero oír, tus dedos bajan por mi cuerpo, suaves, sin prisas, por mi torso...sobre la tela de mis bragas, recorres mi pubis y entonces giras la mano. Yo sigo de rodillas pero abro un poco más las piernas, para que tu mano quepa bien entre mis muslos, y tú la pegas bien, adelantas tres dedos y empujas la tela, como si quisieras penetrarme con ella en medio, haces que la tela se moje, mientras tus dedos frotan mi vulva, metiendo toda la tela en mi rajita, haciéndome gemir de placer y ganas de sentirte más, de notar tus dedos sin nada que los separe de mi cuerpo, que ya arde por sentirte.
Pero no vas a quitarme aun las bragas, tu intención es seguir jugando, lo veo en tu pícara sonrisa cuando mis ojos suplican más, pero en contrapartida te arrodillas frente a mí y por primera vez en esta cita, te inclinas y tu boca busca la mía. Ladeo la cabeza, tus labios, tu lengua...recorren mi boca, la mojan, la calientan, la electrifican, mientras tus dedos siguen jugando entre los pliegues de mi sexo, con la tela de mis bragas, rozando, presionando, friccionando...metes tu lengua, la entrelazas con la mía, tus dedos buscan la entrada y me penetras con tres, sabes que estoy lo suficiente dispuesta para ello. Yo gimo, pego mi cuerpo al tuyo, chupo tu lengua, empujas los dedos más y más, entras y sales...tu pulgar frota mi clítoris...y todo estalla a mi alrededor mientras nos devoramos, nos mordemos, nos lamemos...
Mi cuerpo aun tiembla por el orgasmo cuando me tumbas en la cama, cuando me liberas de las bragas empapadas, y sin un momento de descanso tu lengua recorre cada centímetro de mi piel, empezando por mis pies, mis piernas, mis muslos...te saltas mi coño y gruño, tú sonríes pero sigues por mi vientre, por mis tetas y terminas en mi boca. Apenas he dejado de temblar cuando descorres el sendero de saliva que trazaste al subir, para bajar por el otro lado y esta vez sí separas bien mis rodillas y te paras en mi sexo.
Lames con deleite mis ingles, antes de sembrar mi pubis de pequeños y húmedos besos, luego tus dedos abren y separan los labios de mi sexo y entonces mi mundo gira entorno a tu lengua caliente y mojada, que recorre mi rajita, que inflama mi clítoris y solo lo deja cuando sabes que estoy a punto, y casi lloro de impotencia, cuando abandonas ese punto, pero entonces tu lengua dura me penetra, me lames por dentro, me abres, te siento...tan adentro que vuelvo a sentirme a punto, y de nuevo frenas mi placer, haciéndome suplicar, cuando noto que tu lengua resbala entre la saliva que has creado y mis jugos, hasta llegar mi ano, y allí tu lengua se entretiene en círculos antes de penetrarlo, antes de entrar y salir como hiciera antes en mi coño, hasta volverme a llevar como a Alicia, al país de las maravillas. y entonces solo entonces, tu boca deja de lamerme, apoyas la yema de tu dedo medio en la entrada y penetras mi ano lentamente, mientras tu boca vuelve a mi sexo, como si quisieras comértelo todo, succionándolo, sorbiendo, golpeando el clítoris con la punta de tu lengua, empujas tu dedo, entras y sales, añades otro y lo empujas...me retuerzo, elevo las caderas buscando tu boca, suplicando en silencio con ellas que quiero más, que necesito más y tu boca me lo da todo, me derrito en ella, me corro, gimo, lloriqueo, me aferro a tu cabeza entre mis piernas, arqueando más la espalda, empujando mi cuerpo hacia ti, hacia tu boca, tus dedos...tú.
Apenas puedo respirar tras encadenar tres orgasmos en tu boca, que tú has relamido con avaricia, con hambre. Y solo entonces te arrodillas mejor, te posicionas entre mis piernas, tiras de mí, subes mi culo a tus muslos, noto tu polla en la entrada y...joder, lentamente me atraes, clavándome en tu estaca dura como el cemento, me penetras tan despacio que lloriqueo, por la necesidad mientras tú gimes, resbalo el culo por tus muslo haciendo fuerza con mis talones en tu trasero, clavándome más, moviendo las caderas para sentirte, para abrirme bien con tu falo, apoyo los talones un poco en tus caderas y me muevo desde abajo, te necesito muy adentro...
—Despacio vida –dices, pero tus manos bajo mi culo me atraen a ti, en contra de lo que pides
—Te necesito...
Y con mi cuerpo en tensión, mi mirada y tus ganas, consigo sin salir y medio de lado caer ambos, que te des la vuelta de espaldas y montarme sobre ti, apoyar mis manos en tu pecho y balancearme, sin salir, sin subir, solo el roce de mi balanceo mueve tu polla, mientras mi coño te aprieta y te suelta desde dentro.
—No voy a poder...
—No espero que lo hagas...
Y noto el primer chorro de semen estrellándose en las paredes de mi útero, me froto con tu pubis, te aprieto, te succiono, el segundo... tus gemidos... empujas, elevas tu culo, me clavo...
—Si cariño yo también
—Si mi niña, si, si, si
Y caigo rendida sobre tu cuerpo que aun tiembla, mientras tus manos temblorosas acarician mi espalda, y en ese momento me siento más en casa que nunca, más yo, más tuya... tan feliz.
—Casi valdrían la pena las semanas de espera, por tus recibimientos amor –dices, unos minutos después, cuando tu polla ya ha salido por si sola de mi cuerpo, y me coloco a tu lado.
En las siguientes dos horas, nos disfrutamos ya más relajadamente, por fin puedo pasear contigo, a tu lado, de tu mano...cenamos entre bromas, miradas calientes y más de una caricia por debajo de la mesa y terminamos en la barra de un antro, apoyados en sendos taburetes altos, devorándonos entre miradas, besos apasionadamente cortos, y alguna caricia fugaz que se escapa de miradas ajenas, al deseo que vuelve crecer, que nos envuelve, que sube la temperatura de nuestros cuerpos, haciendo que cada beso dure más, que tu lengua apenas abandone mi boca, que tus manos recorran mi cuerpo por encima de la ropa, haciéndome desear caricias más lascivas.
—Nos vamos, cariño –preguntas con voz ronca sobre mis labios y apuras tu combinado.
—Por favor –te pido deleitándome con las últimas gotas que aún empapan tus labios
Unos minutos después, tras un corto recorrido, y no cogidos de la mano, sino abrazados, entre caricias, llegamos a nuestro destino...y tus dedos con prisas desabrochan mi blusa en el ascensor, mientras tu lengua deambula por mi cuello y tu mano frota de nuevo la tela mojada de mis bragas. Ni siquiera hemos llegado a nuestra planta cuando ahogas mi primer nuevo orgasmo en ese ascensor, mientras me diluyo entre tus dedos, en tu boca...
Entramos a trompicones a la habitación que aun huele a sexo de unas horas antes, y desde atrás, eres tú ahora quien se libra de mi blusa y de mi sujetador...y mientras muerdes mi hombro, clavas tus dientes en mi carne, yo gimoteo y tus manos coordinadas suben la tela de mi falda por mis muslos, mis caderas...agarras mis bragas y las haces resbalar hasta mis rodillas, sin dejar de mordisquear mi piel.
Me empujas sobre la cama, haciendo caer en esta de rodillas, aun con las bragas en los tobillos y me las quitas, me empujas más hacia adentro, me inclinas...oigo el ruido de tu bragueta, al tiempo que tus dedos se empapan en mi coño y un segundo después, me penetras con ellos, yo grito y tu entras y sales sin piedad, una, dos, tres...y cuando espero la cuarta, es tu balano el que presiona, tus manos ahora me aferran de las caderas, y de un solo envite me la clavas, hasta los huevos, tiras de mí, empujas, una y otra vez me follas como a una perra, sin piedad, sin pausa, sin tregua, puedo oír el chapoteo de mi coño, tus gemidos, sigues dándome cada vez con más fuerza, sin control, golpeando nuestros cuerpos y cuando gimoteo que voy correrme desaceleras, matándome, y te busco, meneo las caderas, pero huyes, no permites que me penetre como ansío, como necesito, apoyo los codos en el colchón y suplico.
— ¿Quieres correrte mi putita?
—Si, por favor...
Entonces noto la presión, tu dedo en mi ano, el que aún sigue pegajoso de mis juguitos, el que entra lentamente, llenándome, abriéndome...subo el culo y subes la intensidad, empujas hasta el fondo, al mismo tiempo que tu polla vuelve a llenarme, y me enloqueces, empiezas un vaivén entre tu polla y tu dedo, moviéndose, penetrándome, llenándome...llevándome al paraíso del placer
—Me corro, me corro –sollozo entre temblores
No dejas de follarme, alternando ritmos, profundos, rápidos, ralentizados, rebotando en mi interior, largando el placer como si quisieras rebañarme una vez dentro, mientras yo agarro las sabanas, me muerdo los labios, gimoteo y casi muero sintiéndote.
Entonces mientras bajo de la nube a la que me has subido, y tu ritmo ahora es suave y cadencioso, tu polla abandona mi coño, la noto palpitar sobre mi culo, caliente, a punto, dispuesta, anhelante...
—Fóllame amor –y los dos sabemos lo que pido
Tus dedos empujan, agarran el bálano, lo acercan a mi agujerito más estrecho, presionan, me aferras de las caderas y me penetras, sin prisas, sin pausa, con ganas vas haciéndote hueco, y no paras hasta el final, noto tus pelotas chocar contra mí, tu cuerpo jadeando por el esfuerzo del control sobre mi espalda, el sudor nos envuelve, las ganas, la pasión, el deseo de ser solo uno.
Te yergues de nuevo, lanzas un gemido, arqueas la espalda y empiezas a moverte en mi culo, a follarme, cada vez con más ritmo y enérgicamente.
—Sube putita, ven conmigo
Y con tu ayuda pego mi espalda a tu pecho, tú agarras mis tetas, yo roto las caderas, tu mano baja entre mis piernas.
—Quiero tu leche, lléname amor –te pido girándome
Y tu boca de nuevo busca la mía, nuestras lenguas se lamen, tu polla profundiza, meneo las caderas
—Si mi amor...toma, es toda para ti
Y de nuevo te siento, de nuevo te vacías en mí, mientras ahogamos el placer en nuestras bocas y tus dedos, y tu polla...y tu...
—sí, sí, si...
Un buen rato después me visto, de nuevo tu sonrisa me acompaña, y por un momento, te odio amor, como una vez leí en alguna parte...”te odio como nunca quise a nadie” hasta odiarte a ti es distinto. Y te odio en ese instante porque pienso que para ti es fácil, viendo tu sonrisa pienso que no te cuesta tanto como a mí, que regresaras a tu vida como si nada, que quizás en el fondo soy ese polvo que solo alimenta un poco tus rutinas.
—Tengo que irme ya –te digo de mala gana
—Lo sé.
Y recorro ese camino que tan feliz recorrí esa tarde, pero ahora sabiendo que cada centímetro me aleja de ti, y que la distancia crecerá y crecerá...te miro y aun sonríes en mitad de la cama, gloriosamente desnudo, y vuelvo a odiarte.
Pero justo antes de cerrar la puerta, me arrepiento y me giro, el ruido te sorprende y me miras.
Joderrr, ya no llevas la máscara de la sonrisa, ya no esperabas que volviera a mirarte, y tus ojos... tu mirada me hiela el alma.
—Vete –me susurras con la mirada más triste que he visto jamás
Y miro mis nudillos blancos aferrando el pomo de esa puta puerta, y vuelvo a mirarte.
—Vete, ahora...por favor –suplicas sabiendo lo que cuesta
Y me voy corriendo casi por el pasillo, me alejo de tu tristeza, arrepentida por creer que para ti era fácil, sabiendo ahora que simplemente sonreías para mí, allanándome el camino, haciéndomelo más fácil.
Camino sin rumbo, y entre lágrimas cojo el móvil, y apenas puedo leer tu mensaje en la pantalla.
—Mi vida, aun puedo olerte aquí y ya te echo de menos, no estés triste, quiero que sonrías, te quiero ver feliz, tu solo piensa que ya queda menos para nuestra próxima cita. Te amo.
Y de nuevo vuelves a hacerme el amor, como siempre haces, con palabras... en la distancia, como harás mil veces, dejándome ver tu alma en cada frase, hasta que volvamos a tocarnos.
Siempre oliste
a sueños por cumplir,
A campo sin ventanas,
mares de caricias
y a tormenta de besos
torrenciales...
Hoy sabes
a otoño de añoranza
y a frio invierno
disfrazado de silencios
en mi piel
fundía en mi rojo
tu blanco y negro
formando colores.
En mi boca
nacía tu deseo
y el invierno no enfriaba las ganas
Hoy solo queda
este frío helado
con sabor a sal
que corre por mis mejillas
Y tu ausencia
llena de silencio mi alma
Me desperté aun en una nube, donde estaba siempre que ella estaba cerca, aun con su olor en mi cama, su calor, pero...ella no estaba, me dije abriendo los ojos de repente.
Busqué el teléfono y la llamé:
— ¿Dónde estás cariño?
—He salido a comprar
— ¿Por qué te has ido sin despedirte? –le digo con voz melosa, como un tonto
— ¿Ya me echas de menos?–preguntó ella con el mismo tonito
—Siempre te echo de menos chocho.
—Suenas a que estas aun en la cama cariño mío, y me dijiste que hoy venia la asistenta, espabila, yo estaré en tu casa antes del mediodía, y te compensaré, tontín. –me dice antes de colgar.
Y yo compruebo con cara de bobo, levantando la sabana, mi erección, solo por el hecho de escuchar su voz tontorrona, prometiéndome sexo.
Me levanto cuando oigo la puerta cerrarse y recuerdo a la asistenta, saltando de la cama para meterme en el baño. Cuando salgo, más de diez minutos después, ya aseado, me quedo de piedra al encontrármela limpiando el polvo del cabezal de mi cama, con una rodilla apoyada en la almohada, y estirándose para llegar a la repisa de arriba.
Mi polla que a duras penas se empezaba a poner morcillona, vuelve a endurecerse, al ver el meneíto de ese culo sobre mi cama, apenas cubierto por la fina tela de un vestidito primaveral.
—Perdón Jaime, creía que no había nadie en la casa —dice avergonzada, intentando bajarse de mi cama.
Y de repente su mirada, sus mejillas encendidas, su curvilíneo cuerpo, que invita a pecar...me ponen juguetón, y la polla aun más dura bajo el cedido y viejo pantalón de deporte, que uso para trabajar desde casa.
—No te muevas, sigue con lo que hacías –y mi voz sale aún más profunda de lo que pretendía incluso yo
—No sé si... –dice ella mirando directamente la notoria erección, que no esconde el pantalón
Y decido poner las cartas sobre la mesa, saber si esta dispuesta a jugar:
—Estas dispuesta a que te diga como quiero que se hagan las cosas aquí, o ¿prefieres hacerlo a tu manera y nos olvidamos de este episodio? –le daba la oportunidad de salir corriendo, no quería que se sintiera obligada
Pero joder su mirada encendida mirando de nuevo el bulto de mi polla, sus mejillas encendidas y el bajar sumiso de su cabeza me pusieron a mil un antes de que dijera:
— ¿Cómo quiere que lo haga, Jaime?
—Retira la sabana y ponte de rodillas, justito en el borde
En dos pasos me planté detrás de ella que había obedecido mi orden.
—He tenido visita estos días, y mira lo sucias que están las sábanas. ¿Ves las manchitas de semen? –pregunté mientras apoyaba las palmas de mis manos sobre sus caderas
—Si
—Vamos a tener que cambiar sabanas, yo te ayudare si quieres... ¿quieres que te ayude preciosa? – y cuando asintió, empecé a subir mis manos por sus caderas, arrastrando bajo ellas la tela de su vestidito.
—Sí, quiero
Y empujándola ligeramente hice que cayera hacia adelante y se apoyara en sus codos, con el culo en pompa, pude ver sus braguitas celestes de algodón, de color más oscuro en su entrepierna, señal inequívoca que estaban húmedas, y ella excitada. No me resistí a comprobarlo y repasé la humedad con mis dedos, metí la tela entre los generosos labios de su sexo, y noté el temblor de sus muslos, aparté la tela, y seguí recorriendo su coñito notando como mis dedos se empapaban de sus fluidos, note la rigidez de su cuerpo, y aceleré, viendo como su cuerpo temblaba, casi hecho un ovillo sobre si misma, mientras se corrió en mi mano.
Apenas pude acabar de masturbarla con una sola mano, mientras la otra tiraba del elástico de mi pantalón, liberando mi erección. Agarré con rapidez sus bragas y las bajé a medio muslo solo, aferré sus caderas, me coloque más cerca, metiéndome entre sus piernas y clavando mis dedos en su carne, tiré de sus caderas, al tiempo que las mías empujaban, y mi polla llenaba su coño de un solo envite. Me quedé quieto unos segundos, palpitando en su interior, ella dio un gritito, subió más el culo y mis caderas empezaron el vaivén al que se unieron las suyas, golpeándonos, meciéndonos...yo tiraba de ella, ella retrocedía sin pausa y ambos nos pudimos al momento al borde del orgasmo. Los dos gemíamos, yo la aferré de los hombros, mis arremetidas cada vez eran más furiosas, más profundas, sus gritos más seguidos, mis gemidos ya eran alaridos...
—Lléname el coño de semen. Jaime –Dios sus palabras fueron como una varita mágica
Porque como si ella mandara sobre mi polla, y los apretones de su coño fueran su única creencia, esta se derramó, mientras yo solo podía gimotear mientras me corría, aullaba sintiendo su orgasmo en mi polla, bañándola, estrujándola...
Ella cayó sobre la cama, aproveché su flojera y le di la vuelta, la desnude, subí y flexioné sus rodillas y me colé como un poseso entre sus muslos, lamí su coño con devoción, notando mi sabor en él, relamiéndola, ella agarró mi pelo y arqueo su cuerpo, dándome más, y yo deguste su esencia enloquecedora, sin importarme nada más que devorarla, sentirla, darle placer, oírla gemir...y no paré hasta que entre sollozos volvió a correrse en mi boca esta vez.
Subí mordisqueando su carne aun trémula, su pubis, su vientre...sus pechos. Me tumbé a su lado y ella busco mi boca.
—Me encanta tu sabor, el mío... –decía lamiendo mis labios
Mis manos recorrían febrilmente su piel, mientras nuestras bocas se empapaban, y su mano, se perdía entre ambos, en busca de mi falo, que titubeo unos segundos, pero al momento volvió a endurecerse bajo su diestras caricias...la otra mano agarró mis pelotas, y el contraste de la suavidad con las que sobaba mis huevos y las cada vez más apremiantes caricias a mi falo, pronto pusieron a este como un palo.
Le di la vuelta en la cama, la coloqué entre mis piernas, y yo de rodillas, con ella tumbada en medio y boca abajo, retiré su pelo y empecé besar su espalda, mientras mi polla descansaba dura entre los caches de su culo. La coloqué bien, la apresé entre ambos montículos, dejé caer un hilo de saliva, con lo que aproveche para deslizarme y balancearme, para masturbarme con su culo... No tarde en mojar con las primeras gotitas mi glande, no podía más, me arqueé hacia adelante, me eché hacia atrás y aprovechando la humedad de mi saliva y primeras gotitas metí mi dedo en su culito, pero al momento la necesidad de poseerla ganó la batalla a templanza y a la cordura, y era mi glande quien pugnaba por entrar, y lo hizo, lentamente fui llenándola de polla, mientras veía sus manos agarrar las sabanas, sus nudillos blanquecinos, pero aun así su culo, sus caderas y esa bruja enloquecedora, buscaban mi polla cd vez que retrocedía.
—Ahora preciosa, de rodillas, despacito –le pedí tras unos minutos en los que empezaba a descontrolarme de nuevo
Seguí follándomela agarrado a sus hombros, profundamente, como un poseso, oyendo sus gemiditos, notando su entrega total...
Tiré de sus hombros y pegué su espalda a mi pecho, la agarré con fuerza con mi brazo sobre sus tetas, notando sus pezones, y mi otra mano bajó entre sus piernas, la masturbé hasta que bajó la cabeza y mordió mi brazo, en pleno éxtasis, mientras se corría gritándome que no parara, mojando mis dedos, mi mano y hasta las sabana con su corrida...
Dios!!! Cuando apenas dejaba de temblar, la empujé y entre hasta el fondo mientras me corría sin control en su culo, sin parar de empujar como un loco, mientras el semen me lubricaba más y ella volvía a gemir, a retorcerse debajo de mí como una serpiente, y eso me volvió aún más loco, haciéndome perder el control del todo y follé su culo como un salvaje corriéndome hasta casi el desmayo de ambos.
Me quedé casi atontado, luego me dormí con ella a mi lado tras un gracias que apenas podía articular y un rato después algo me despertó, miré el reloj y comprobé que había pasado casi una hora, y volvió la sensación, miré mis pies y era ella, más concretamente su lengua lamiendo la planta de mis pies. Me apoyé en los codos y la miré, ella se irguió, estaba de rodillas en el suelo a los pies de mi cama, sentada en sus talones.
—Jaime, has llenado mi coño y mi culo de lefa, quiero que te corras en mi boca por favor.
Me escurrí a los pies y levantándome le dije:
—Tengo que ir a hacer pis
—No hace falta que vayas –dijo agarrando mi polla
Y así como estaba apuntó mi glande entre sus tetas y dijo:
—Me encantaría que lo hicieras aquí, Jaime. Quiero saborearte por completo
Joder una hora después de mi segunda corrida de la mañana, después de la tarde anterior de buen sexo, esa bruja acababa de volver a poner mi polla como un maldito martillo pilón.
—Vamos –me costaba por lo excitado que yo estaba
Y me quedé alucinado viendo como escurría entre sus tetas, por su vientre hasta su pubis, la agarré yo y apuntando a sus pezones seguí, ella se estiró más y apunté entre sus piernas. Se echó más hacia atrás arqueándose y mee bien su conejito, antes de que sorprendiéndome volviera a ponerse recta, cogiera de nuevo mi polla y colocándola entre sus labios la besara con mimo, antes de apartarse un poco y decirme.
—Acaba que quiero leche –Dios y terminé de mear en su boca el ultimo chorrito
Nada más acabar, sus labios se cerraron entorno a mi glande, succionó, lamio y beso mi capullo, mientras sus dedos acariciaban con mimo mis pelotas y con la otra mano me masturbaba delicadamente, jugando con su lengua por toda mi polla...todo me daba vueltas...
Me senté en la cama, y colocándose entre mis piernas, siguió como si de un festín se tratara, recorriendo y ensalivando mi sexo y mis pelotas, hasta que dejo mis huevos para seguir por el perineo, sin que su mano dejara de meneármela... su lengua presionaba ahora mi entrada y me penetraba, yo apenas podía respirar y ella entraba, entraba y salía... su aliento caliente, su saliva mojándome...su dedo, su boca en mis pelotas, su otra mano recorriendo el tronco con mimo...
Dios que placer, mis gemidos eran de nuevo aullidos, su dedito enloquecedor, su boquita, esa mano subiendo y bajando sin pausa, desesperadamente lenta...su sonrisa mientras un hilillo de su saliva aun la unían a mi polla...el semen subiendo, y de nuevo sus labios presionando el glande, succionando...
—Dios me corro nena, me corro....
Y llené su boca, su cara y su pelo sin saber cómo coño había producido tanta lefa, no podía dejar de mirarla extasiado entre la neblina del potente y loco orgasmo... mientras ella con una sonrisa recogió el semen que pudo de la comisura de sus labios con un dedo, sacó su lengua blanquecina aun con mi lefa y enseñándomelo chupo las gotitas de su dedo.
En ese preciso momento sonó el timbre de la puerta y aun relamiéndose me dijo:
—Cariño, ahora si es tu asistenta de verdad. Voy a darme un ducha, cierra la puerta de tu habitación yo arreglo el estropicio, he ido a por porras tu haz el café, recuerda que el mío me gusta con mucha leche.
—Eres increíble. Cuando te pones guarra, eres la mejor y lo sabes, jodia.
Y como si no acabáramos de tener una sesión maratoniana del mejor sexo, se puso en pie y contoneándose se fue al baño. Yo me puse el pantalón y una camiseta a toda prisa, cogí mi cartera y fui la puerta le pagué y despedí hasta el día siguiente a la asistenta, puse la cafetera eléctrica y volvió junto ella, metiéndome detrás de ella en la ducha, agarrando sus pechos desde atrás.
— ¿Dónde tienes a la asistenta? –preguntó ronroneando cuando mi mano bajó por su torso para colarse entre sus piernas
—Le he pagado y le he dado el día libre, solo tenemos unos días mi amor y no quiero compartirte un solo minuto con nadie –le dije metiendo tres dedos en su coñito
Ella echo la cabeza hacia atrás y busco mi boca, le di mi lengua y mis dedos empezaron a entrar y salir de su cuerpo, mientras el pulgar estimulaba su clítoris y aunque no quedara de momento una gota de semen en mi cuerpo estaba a punto de disfrutar de un nuevo orgasmo de ella, uno de esos que tantas veces había oído y solo había imaginado presenciar, provocar...
—Ummm que placer, pirata... –dijo en mi boca fundiéndose en mis dedos.