Tu que llegabas siempre
desde el silencio,
con mil amaneceres
sobre los hombros,
me enseñaste a adorar
el sonido de las olas
en tus caderas
Podría deciros que no dormí sintiéndome culpable, pero mentiría, me dormi al instante y desperté rara, lánguida y más viva que nunca. No q...
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