Seguí mimando su bálano como si la vida me fuera en ello, le necesitaba dentro, mi sexo ardía, el simple roce de mis muslos me mantenía al borde del precipicio.
-No me fio de ti, ponte en pie y date la vuelta.
Me colocó los brazos flexionados en la espalda y me ató las muñecas con su cinturón, apretó fuerte la hebilla y dejo el resto que cayera entre los cachetes de mi culo, lo pasó entre mis piernas dándome la vuelta y tiro hasta colarlo entre los labios de mi coño hinchado. Empujo mis hombros poniéndome de nuevo de rodillas y noté aun más el cinturón, apenas podía contener el orgasmo cada vez que tiraba con una mano del extremo del cinturón apretando mis muñecas, clavandolo en mi sexo y con la otra mano, empujaba mi cabeza, follandose mi boca a su antojo, mientras mis babas mojaban sus huevos y muslos. Su polla palpitaba de nuevo cuando dijo:
-quiero follarte
Me pidió que pusiera un pie a cada lado de sus caderas, de pie en el sillón, me arrodilló de espaldas a él e inclinandome, me pusó el pecho sobre sus piernas cerradas y me deslizó, note su polla donde estaba el cinturón, sus manos en mis caderas y de un tirón entró en mi culo;duro y sin compasión. Grite de dolor y suplique que no parara al mismo tiempo, mientras me deslizaba con su ayuda clavandome una y otra vez en su mástil.
Y entonces noté el primer latigazo del cinturón en la parte baja de mi espalda, uno, dos...mi trasero, tres cuatro...mi piel ardía. Mis lloriqueos aceleraban su respiración
-quieres que pare?
Volví a suplicar que no parará, el dolor se confundía con el placer y la necesidad...
Descansaba de azotarme, solo para arañar la parte alta de mi espalda y mis costillas... sin salir de mi interior.
Mordisqueaba sus muslos, me aferraba a sus piernas para no caer e intentaba no correrme cada vez que un nuevo empuje, golpe o arañazo me hacían flaquear...
...