Miré como se colocaba el pantalón, dejando la camisa por fuera antes de decir:
-deberías quitarte las braguitas, están empapadas
Y sin esperar, él mismo agarró el elástico y tiro de ellas, yo me quité el sujetador:
-me prestas ese jersey
Se lo quita y me lo da, me lo puse y me a medio muslo, tapando mi desnudez.
Abro la puerta, y salgo al balcón, donde enciendo un cigarro. Dos minutos después le oigo detrás, y pegándose a mi espalda, me pasa su vaso, le doy un trago y se lo devuelvo. Ya ha oscurecido y nos quedamos en silencio unos minutos, sus manos, aferrardose mis caderas y un suave tironcito pego mi culo a su prometedora dureza creciente, mientras me susurra:
-necesito follarte -esa demanda y su voz ronca me pusieron aun más caliente-
-hazlo
No se hace de rogar y con una sonrisa en los labios, oí como se desabrochaba el pantalón y note su dura polla rozar mi culo, me puse de puntillas, me aferré a la barandilla y su polla resbaló llenandome por primera vez lentamente para volver a salir casi por completo y ahí terminó la lentitud y suavidad. Sus dedos se clavaron en mis caderas, sus caderas arremetida una y otra vez sin pausa, su boca se alimentaba en mi cuello, yo no podía frenar los jadeos, aún estando en el balcón y a vista de todos. Mi pubis se rozaba y golpeaba contra el murete. No paró hasta que todo mi cuerpo tembló, y sin que me recuperará, pasó su brazo por mi cuerpo,me dio la vuelta, y sin salir de mi, me dobló hacia la mesa y siguió cada vez más profundo y duro, mientras todo mi cuerpo vibraba.
Su mano en mi nuca, la otra arañó mis costillas, hasta llegar a mis caderas y entonces sonó el primer azote, mi culo ardió, entro con más fuerza, salió y otro azote...juro que llegué a confundir el placer de mi coño, con el dolor de cada azote y a desear ambos con la misma intensidad.
La mano de mi nuca recorrió mi columna, y un dedo presionó mi ano y me removí:
-relajate zorita Mía.
Su voz no era dulce, ni suave, al igual que cada arremetida, entre las que me penetró con un dedo...dos...
Ni siquiera se cuantas veces me corrí, antes de que sacará su dedo, y su polla dejándome huérfana...lloriquee.
-quieres más verdad
No era pregunta, volvió a follar mi coño una vez, salió y la llevó a mi puerta trasera, me tensé, y se hizo hueco mientras yo me aferraba a la mesa, oyendo sus jadeos.
- vamos nena, ven conmigo
Su voz era aún más ronca cuando salió, frotó mi clitoris y entró de nuevo, se quedó quieto y noté el calor húmedo de su corrida, mientras volvía a correrme como no lo había hecho nunca...
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